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lunes, 8 de julio de 2019

Juan Villoro sobre las influencias de la crónica

La crónica es un animal









De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos; y del teatro moderno, la forma de montarlos; del teatro grecolatino, la polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la “voz de proscenio”, como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo antecedente fue el coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos; de la autobiografía, el tono memorioso y la reelaboración en primera persona. El catálogo de influencias puede extenderse y precisarse hasta competir con el infinito. Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser.

De La crónica, ornitorrinco de la prosa
Juan Villoro (México, 1956) es escritor y periodista. En 2004 ganó el Premio Herralde por su novela El testigo. Colabora en la revista Letras Libres y en los diarios Reforma, La Jornada y El País, entre otros. 

María Moreno sobre el periodismo narrativo

Escribir la necesidad actual


Los hechos son el relato de los hechos. Y por supuesto que se actualizan. Si yo contara lo mismo dentro de un tiempo registraría otra cosa. Siempre es la necesidad actual lo que se escribe. Es una relación entre palabras, no entre hechos. 
Hay muchas cosas que le puedo adeudar a mis psicoanalistas, porque son reescrituras de la novela familiar que se produce en una sesión.

Entiendo que las generaciones tengan nostalgia de una épica de la conversación. Lo nuestro era el cuerpo conversando todo el tiempo.



◇ Hay algo en la crónica que recomiendo: El cambio de planes.

◇ En Latinoamérica hubo un triunfo de la crónica de denuncia. Yo propongo un rescate de la crónica de las frivolidades.

◇ Cada época regula los límites de la crónica: los limita o los amplía. 

◇ En la crónica es fundamental el cuidado con los detalles, pero sin caer en una enumeración de catálogo. 

◇ La crónica permite hacer grandes textos a partir de lo nimio y lo cotidiano, no requiere grandes temas para existir. 

Fragmentos de un taller de Revista Anfibia

María Moreno (Buenos Aires) es escritora y periodista. Publicó libros de no ficción como Black Out y Oración: Carta a Vicki y otras elegías políticas, colaboró con diversas revistas y fue secretaria de redacción en el antiguo Tiempo Argentino, donde fundó en los 80 el suplemento Mujer. En 2002 obtuvo la beca Guggenheim para investigar sobre política y sexualidad en las militancias de los años setenta y en 2019 obtuvo el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas.

Frank Zappa sobre periodismo

In the pendiente


Van Gogh por John Berger

Toca todo lo que ven sus ojos    

Tuvo que vivir toda su corta vida apostando con el riesgo de perderse. La apuesta es visible en todos los autorretratos. Se mira como a un desconocido, o como a algo con lo que acaba de tropezarse. Los retratos de otros son más personales; su enfoque, más cercano. Cuando las cosas iban demasiado lejos y se perdía completamente, las consecuencias, como nos lo recuerda su leyenda, eran catastróficas. Y esto es evidente en las pinturas y dibujos que hacía en esos momentos. La fusión se transformaba en una fisión. Todo borraba todo lo demás.
Cuando ganaba la apuesta –lo que sucedía casi siempre–, la ausencia de contornos en su identidad le permitía ser extraordinariamente abierto, lo hacía completamente permeable a aquello que estaba mirando. ¿O me equivoco? Tal vez, la ausencia de contornos le permitía darse, abandonarse y entrar e impregnar al otro. Posiblemente, se daban los dos procesos, una vez más, como en el amor.


John Berger (Hackney, Londres, Inglaterra, 5 de noviembre de 1926-París, Francia, 2 de enero de 2017)​ fue un escritor, crítico de arte, cronista y pintor británico. Van Gogh (Zundert, 1853 - 1890) fue un pintor neerlandés, el principal exponente del postimpresionismo).

lunes, 1 de julio de 2019

Joefina Licitra sobre la crónica

La mirada del otro

Si no reproducís como un escriba la voluntad del otro, si sos fiel a tu mirada y si tributás al único objetivo de una crónica, que es entender un pedazo de mundo sin hacerle favores a nadie, es probable –aunque no seguro- que alguien se moleste. Pero no porque uno escriba para hacer daño (no es bueno escribir para hacer daño) sino porque la mirada del otro puede ser dura. La diferencia entre la mirada propia y la del otro es como la que hay entre mirarse a un espejo y mirar una foto que te han tomado. Cuando te mirás al espejo es inevitable que ignores los que no te gusta y te detengas en la imagen más tranquilizadora de vos mismo. Eso no ocurre en una foto: ahí está la mirada del otro y no hay tranquilidad posible. Solo puede haber, en el mejor de los casos, aceptación.*



Josefina Licitra (1975, La Plata, Argentina) es periodista y escritora. Escribió en diversos diarios como Clarín, La Nación y Perfil, en revistas argentinas como Rolling Stone, Veintitrés, Brando y La Mujer de Mi Vida, y extranjeras como las colombianas Gatopardo y El Malpensante, la peruana Etiqueta Negra y la francesa Feuilleton. Publicó 38 Estrellas : La mayor fuga de una cárcel de mujeres de la historia (Editorial Planeta. 2018), entre otros libros de no ficción. Fue galardonada con el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo que otorga la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. 

Leila Guerriero sobre escribir

Hay que amasar el pan




Hay que amasar el pan con brío, con indiferencia, con ira, con ambición, pensando en otra cosa. Hay que amasar el pan en días fríos y en días de verano, con sol, con humedad, con lluvia helada. Hay que amasar el pan sin ganas de amasar el pan. Hay que amasar el pan con las manos, con la punta de los dedos, con los antebrazos, con los hombros, con fuerza y con debilidad y con resfrío. Hay que amasar el pan con rencor, con tristeza, con recuerdos, con el corazón hecho pedazos, con los muertos. Hay que amasar el pan pensando en lo que se va a hacer después. Hay que amasar el pan como si no fuera a hacerse nada, nunca más, después. Hay que amasar el pan con harina, con agua, con sal, con levadura, con manteca, con sésamo, con amapola. Hay que amasar el pan con valor, con receta, con improvisación, con dudas. Con la certeza de que va a fallar. Con la certeza de que saldrá bien. Hay que amasar el pan con pánico a no poder hacerlo nunca más, a que se queme, a que salga crudo, a que no le guste a nadie. Hay que amasar el pan todas las semanas, de todos los meses, de todos los años, sin pensar que habrá que amasar el pan todas las semanas de todos los meses de todos los años: hay que amasar el pan como si fuera la primera vez. Habrá que amasar el pan cuando ella se muera, hubo que amasar el pan cuando ella se murió, hay que amasar el pan antes de partir de viaje, y al regreso, y durante el viaje hay que pensar en amasar el pan: en amasar el pan cuando se vuelva a casa. Hay que amasar el pan con cansancio, por cansancio, contra el cansancio. Hay que amasar el pan sin humildad, con empeño, con odio, con desprecio, con ferocidad, con saña. Como si todo estuviera al fin por acabarse. Como si todo estuviera al fin por empezar. Hay que amasar el pan para vivir, porque se vive, para seguir viviendo. Escribir. Amasar el pan. No hay diferencia. 



Leila Guerriero (1967, Junín, Argentina) es periodista y escritora. Publica en medios como La Nación y Rolling Stone, de Argentina; Gatopardo, de México; El Mercurio, de Chile, L’Internazionale, de Italia, y El País, de España. Publicó libros de no ficción como Los suicidas del fin del mundo (2005) y Una historia sencilla (2011). Es directora de la colección Mirada crónica, de Tusquets Argentina; realiza trabajos de edición para Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile, y desde 2016 dirige la Especialización en periodismo de la Fundación Tomás Eloy Martínez (Buenos Aires).